Con arriba de 17 millones de habitantes, elEstado de México es el más poblado del país, el del padrón electoral más numeroso y, por tanto, el de más votantes potenciales, lo que lo vuelve el más codiciado para los partidos políticos. El pasado 4 de junio, hubo elecciones para renovar la gubernatura de la entidad, en manos del PRI desde el año 1945. Los comicios fueron ganados por la candidata del partido oficial (Morena), dando fin a cerca de ocho décadas de gobiernos priistas.
La mayoría de las encuestas realizadas durante el periodo de campaña anticipaban el triunfo morenista, lo que se confirmó en los comicios. Entre las razones de la pérdida esgrimidas por los analistas, se mencionó mucho las de orden político, como: el desprestigio del PRI y de su dirigente, el desacuerdo entre éste y el gobernador del estado por la designación de la candidata del priismo, la supuesta falta de apoyo del gobernador del Mazo a su correligionaria durante la campaña, y hasta algún tipo de acuerdo cupular para que el PRI conservara a cambio, la gubernatura de Coahuila, que también se disputó en la misma fecha.
Indudablemente, que la explicación del resultado de la elección del Estado de México es muy compleja, pues además de los aspectos políticos, que sin duda son muy importantes, intervienen factores de otra índole, como los de tipo económico, social y de seguridad, por mencionar algunos.
La reciente publicación de los resultados de la ENIGH 2022 por parte del INEGI y los de la medición multidimensional de la pobreza 2022 por parte del CONEVAL, así como otra información relevante, ofrecen elementos que contribuyen a tener un contexto de la situación socioeconómica de los mexiquenses unos meses antes de la elección.
El Estado de México y Tlaxcala fueron las dos únicas entidades federativas del país en las que aumentó la pobreza entre 2018 y 2022. En este último año, el 42.9% de la población mexiquense (7.4 millones de personas) vivía en pobreza: poco más de un millón (6% de la población) eran pobres extremos y 6.4 millones (36.9% de la población) eran pobres moderados.
Otro 33.5% de la población estatal (5.8 millones de personas) eran vulnerables: el 23.4% (4.1 millones) por carencias sociales y el 10.1% (1.7 millones) por ingresos.
Y, la población no pobre y no vulnerable significó el 21.2% restante, casi 4.1 millones de personas.
La economía mexiquense registró crecimiento económico negativo en 2019 (-2.4%) y durante 2020 sufrió una caída mucho mayor (-8.2%) por los efectos de la pandemia del COVID-19 en la economía nacional. Se recuperó un 5.7% en 2021, pero estuvo muy lejos de cubrir las caídas de los dos años anteriores. La tasa de crecimiento económico en el primer trimestre de 2023 fue de 2.2%, pero se encuentra a mitad del camino de la meta de crecimiento establecida por el observatorio “México, cómo vamos”, que es del 4.5 por ciento.
El Estado de México es también, una de las cuatro entidades federativas, que entre 2018 y 2022 no incrementaron el monto de los ingresos de sus hogares, si bien mejoró en equidad, al reducir la concentración del mismo. En este periodo, aumentaron la pobreza total y la pobreza extrema, aunque también la población no pobre y no vulnerable.
Al igual que en la mayoría de las entidades federativas del país, se incrementó el promedio de las carencias sociales entre la población pobre. Sin embargo, por el aumento de la pobreza, se redujo el porcentaje de población vulnerable por carencias sociales y, se incrementó el de población vulnerable por ingresos.
Entre lo positivo, logró reducir las carencias por acceso a seguridad social y a alimentación nutritiva y de calidad; pero, entre lo negativo se tiene: el aumento de las carencias por rezago educativo y por acceso a servicios de salud; esto último provocó que los hogares mexiquenses destinaran una mayor proporción de su gasto a los cuidados de la salud. Otros efectos del deficiente desempeño de la economía estatal son: el incremento del porcentaje de población por debajo de la Línea de pobreza por ingresos (LPI) y de la Línea de pobreza extrema por ingresos (LPEI), lo que indica que el fenómeno de la pobreza se ha profundizado en la entidad, y, por tanto, se vuelve más difícil su reducción y erradicación.
Al envolver geográficamente hablando a la Ciudad de México, numerosos municipios del Estado de México forman parte de la zona metropolitana más grande de nuestro país, lo que contribuye a explicar la gran dinámica poblacional y urbana de la entidad, pero también fomenta la presencia de desequilibrios y problemas de orden social y ambiental.
La percepción de inseguridad en las ciudades del Estado de México que cubre la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) fue muy alta en junio de 2023: 87.6% de la población en Ecatepec, 87.2% en Naucalpan, 85.1% en Toluca, 77.4% en Chimalhuacán, 77.3% en Cuautitlán Izcalli, 74.8% en Tlalnepantla, 68.5% en Ciudad Netzahualcóyotl y 61.7% en Atizapán de Zaragoza. Y también, los mexiquenses perciben la presencia frecuente de actos de corrupción en su territorio y entre los partidos políticos.
Ante todo esto, de acuerdo con Consulta-Mitofsky, las aprobaciones del presidente Andrés Manuel López Obrador y del gobernador saliente del Mazo en julio de 2023 fueron cercanas y mediocres: de 49.3% y 52%, respectivamente.
Si bien a toro pasado, a la luz de estos indicadores y sin ignorar la importancia del factor político, para nada resulta extraña la pérdida de la gubernatura del Estado de México por parte del PRI ante el partido oficial, dado el persistente clima de inseguridad presente en la entidad, su insuficiente desempeño económico y la peor traducción de éste en condiciones de bienestar para los mexiquenses.