Las transferencias constituyen la segunda fuente más importante de ingresos de los hogares en México. De acuerdo con la ENIGH, éstas representaron el 15.3% del ingreso corriente trimestral reportado por los hogares en 2018 y el 17.2% en 2022. Las transferencias son entradas monetarias que reciben los integrantes del hogar por las que el donante o proveedor no pide retribución alguna a cambio. Las transferencias más importantes en nuestro país son las jubilaciones y pensiones, seguidas por las que provienen de programas gubernamentales.
Los ingresos por programas de los gobiernos representaron en 2022, el 16.3% del total de las transferencias y el 2.8% del ingreso corriente total trimestral de los hogares. Estas proporciones nada espectaculares y poco relevantes a simple vista, son motivo de gran controversia entre gobernantes y partidos políticos oficialistas y opositores, así como entre analistas y medios de comunicación. Y es que -sin ser exhaustivos-, detrás de esta controversia hay aspectos de gran interés y trascendencia, como los siguientes:
- ¿cuál es el enfoque más adecuado y/o justo de entregar los apoyos de programas de gobierno: focalizarlos en los que más los necesitan o distribuirlos de manera igualitaria o universal?
- ¿cuál es la intencionalidad detrás de esos enfoques: avanzar en la equidad social o asegurar el voto de los ciudadanos?
La ENIGH indica que, en 2018, el 28% de los hogares del país (más de 9.6 millones) recibió ingresos provenientes de programas de gobierno, proporción que pasó al 34.2% y 12.8 millones de hogares en 2022. Al revisar esta información por deciles de hogares para ambos años, además del notorio incremento, se aprecia la reorientación en la manera de distribuir los beneficios de los programas de gobierno entre administraciones anteriores y la actual del presidente AMLO. En 2018, cuando la política de distribución de los apoyos gubernamentales parecía estar focalizada en los más necesitados, el 55.4% de los hogares del primer decil (de más bajos ingresos) resultaron beneficiados por programas de gobierno; en tanto que, en 2022, con el enfoque universalista, los hogares beneficiados del primer decil fueron el 45.5%, diez puntos porcentuales menos. En contraste, los hogares beneficiados del décimo decil (de más altos ingresos) pasaron del 9.3% en 2018 al 26.0% en 2022.
Otra manera de constatar lo anterior, es revisar la distribución porcentual por deciles, de los hogares que declararon recibir apoyos de gobierno, en las ENIGH 2018 y 2022. En el año 2018, los hogares beneficiados de los cinco primeros deciles (de más bajos ingresos) representaron el 68.1% de los 9.6 millones de hogares que recibieron apoyos de programas gubernamentales, y el 31.9% restante correspondió a hogares de los deciles VI a X (de más altos ingresos). En 2022, las proporciones correspondientes fueron del 56.1% y del 43.9%, como lo ilustra la figura siguiente.
El mismo patrón se aprecia cuando se compara el monto de los ingresos por los apoyos de programas de gobierno que declararon recibir los hogares. En 2018, los hogares de los cinco deciles de más bajos ingresos (I a V) recibieron el 66.8% del total monetario de los apoyos gubernamentales, y los hogares de los cinco deciles de más altos ingresos (VI a X) recibieron el 33.2% restante. En 2022, estas proporciones cambiaron a 52.5% y 47.5%, respectivamente.
Un último elemento a considerar es el promedio de ingresos por hogar por concepto de programas de gobierno en los hogares que reportaron haberlos recibido, que se muestra en la siguiente figura. Destaca que, en 2022, un hogar del décimo decil (de más altos ingresos) que fue beneficiario de programas gubernamentales recibió en promedio 6,211 pesos, un 43% más que un hogar del primer decil (de más bajos ingresos), que recibió un promedio de 4,343 pesos. En contraste, en 2018, la diferencia en el promedio de los ingresos por programas de gobierno que recibieron el décimo y el primer decil de hogares fue del 21.2 por ciento.
A la luz de los datos de la ENIGH, no se puede aseverar que, en las administraciones anteriores a la actual, cuando la distribución de los programas de gobierno parecía enfocarse en los más necesitados se alcanzara la equidad, pero es un hecho que, con el enfoque actual de universalidad, la equidad se aleja aún más. Y también, pone en entredicho uno de los lemas principales en la narrativa del presidente AMLO en torno a los objetivos de la llamada cuarta transformación, de “Primero los pobres”, y fortalece los cuestionamientos sobre si el propósito de dicho enfoque es el de equidad social o el electoral.